El yoga no se limita a posturas físicas; también es una práctica que entrena la mente.
Para los niños, esto significa mejorar la concentración y, en última instancia, un mejor desempeño académico.
Aunque el yoga es una actividad individual, también tiene un aspecto social.
A través de clases y actividades divertidas, los niños aprenden a conectarse entre sí, cultivando relaciones positivas y confianza mutua.
Los niños enfrentan estrés en diferentes formas, desde el trabajo escolar hasta las relaciones con sus compañeros.
El yoga les proporciona herramientas para gestionar este estrés, lo que mejora la calidad del sueño y su bienestar general.
El yoga no solo fortalece el cuerpo, sino también la mente.
A través de la práctica regular, los niños desarrollan fuerza física y claridad mental, lo que les ayuda a afrontar los desafíos con mayor facilidad.
La sensación de logro que experimentan los niños al dominar nuevas posturas de yoga fomenta la determinación y la perseverancia en otras áreas de sus vidas.
El yoga enseña a los niños a prestar atención a sus cuerpos y mentes, lo que les ayuda a regular sus emociones y comportamientos de manera más efectiva.
Practicar yoga libera endorfinas, creando una sensación de calma y felicidad.
Esta práctica ayuda a los niños a gestionar mejor las emociones negativas y a encontrar un equilibrio emocional.